La fluidez y ligereza de su movimiento, su permeabilidad para recibir lo que le dicen los directores, y la perfección que le sigue al comentario son el efecto de la disciplina y sencillez de Montaño.
De Buenaventura, a Cali, a La Habana, a Milán y a Londres, Fernando Montaño se conecta con el baile desde siempre. Verlo en un ensayo abierto es un verdadero placer. La fluidez y ligereza de su movimiento, su permeabilidad para recibir lo que le dicen los directores, y la perfección que le sigue al comentario son el efecto de la disciplina y sencillez de Montaño. Buenaventura para él sigue siendo donde pasó sus años más felices, y tiene un compromiso adquirido con la niñez y la formación de público para el ballet en el país. Interpretando repertorio clásico y contemporáneo indiscriminadamente, Montaño llega con los solistas de su compañía para seguir construyendo para el baile, el escenario y el país.